viernes

Hombre de plástico con hígado de vidrio - Nicolás Grandiroli


Nicolás Grandiroli es un joven escritor nacido en Montevideo cuando el Atari aún no había llegado a los hogares de forma masiva. Por la época en que la Democracia uruguaya se volvía a parar en dos pies, luego de una década de arrastrarse. Allí y en ese extraño momento nace Nicolás Grandiroli, que tuvo muchos éxitos no éditos durante años. Hoy labicicleta rescata de un baúl perdido, este libro que ya estaba a punto de morir en el olvido. Grandiroli ya había sentado un gran antecedente con su primer hit, libro de poesía minimalista oficinista Zangief. En esta ocasión se introduce en el mundo del relato breve. Son cuentos que vagan entre lo imposible y lo onírico. Historias duras de hombres blandos. Un escritor para chuparse los dedos índice y pulgar.

Aquí dejamos un brevísmo relato:

Apunte al pie de la página


El doctor guardó su estetoscopio y dijo –Usted ya está bien-.
El doctor guardó su estetoscopio y dijo -Usted ya está bien-,             
-Pero doctor- dije -aún lo mismo-, -Es normal respondió-.
-Pero doctor- dije -aún siento lo mismo-, -Es normal respondió-. Se marchó y allí me llamaron mis amigos contando sueños de mujeres desnudas y batracios –Ven- exclamaron -A ese lugar-.
Se marchó y allí me llamaron mis amigos contando sueños de mujeres desnudas y batracios –Ven- exclamaron -A ese lugar-. Me negué me seguía sintiendo raro puse la tele y allí estaban las mujeres y los batracios.
Me negué me seguía sintiendo raro puse la tele y allí estaban las mujeres y los batracios. Enjuagaba mi boca con agua ahogando a los ogros que pudieran salir, de golpe me desvanecí.
Enjuagaba mi boca con agua ahogando a los ogros que pudieran salir, de golpe me desvanecí. Desperté en la calle con ladrones alrededor, se reían.
Desperté en la calle con ladrones alrededor, se reían. Caminé a mi casa mis llaves no faltaban.
Caminé a mi casa mis llaves no faltaban. Debajo de una cicatriz en mi cuerpo, la ausencia de un riñón, fui al baño me lavé la cara en el bidet.
Debajo de una cicatriz en mi cuerpo, la ausencia de un riñón, fui al baño me lavé la cara en el bidet. Había dos insultos en el contestador, alguien había grafiteado PATRIA en la cocina, me tomé un uvasal, eran las seis.
Había dos insultos en el contestador, alguien había grafiteado PATRIA en la cocina, me tomé un uvasal, eran las seis. Dormitaba y la herida se abrió, cosa verdusca brotaba, pensé en todos los santos.
Dormitaba y la herida se abrió, cosa verdusca brotaba, pensé en todos los santos. Llamé a luz en el cielo  pero no estaba entonces llamé al doctor y llegó a casa, vio mi riñón faltante tomó una manzana y la colocó en su lugar, tras lustrarla,  eso bastará.
Llamé a luz en el cielo  pero no estaba entonces llamé al doctor y llegó a casa, vio mi riñón faltante tomó una manzana y la colocó en su lugar, tras lustrarla, eso bastará. -Todavía estoy terrible- gritaba yo. El doctor me saqueaba la heladera 
-Desagradecido- masculló.
-Todavía estoy terrible- gritaba yo. El doctor me saqueaba la heladera -Desagradecido- masculló. -Esta vida... no ve que me sigo repitiendo-.
-Esta vida... no ve que me sigo repitiendo-. -No puede ser tan malo- razonó el hombre de blanco mientras la grasa del pollo besaba sus labios, tomó el estetoscopio contó los latidos y la presión.
-No puede ser tan malo- razonó el hombre de blanco mientras la grasa del pollo besaba sus labios, tomó el estetoscopio contó los latidos y la presión. El doctor guardó su estetoscopio y dijo –Usted ya está bien-.


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